La situación que se ha creado por las negociaciones enquistadas por la renovación del contrato de David Simón no tiene lógica. Vivimos en el año 2015, siglo XXI. El ser humano ha podido superar costumbres atávicas. Hemos superado la Inquisición, derribo el Muro de Berlín. En el mundo civilizado se prefiere el diálogo a la confrontación. En este sentido no caben las posturas de fuerza, lo que se conoce como «el trágala». Jugador y Directiva deben reunirse cara a cara, sin representantes e intentar aunar posiciones. Ni unos tan férreos, ni el otro tan exigente. Por el bien de la Unión Deportiva Las Palmas.