Nuestra VAL y el aforo

En Madrid presumen de la BBC y en Barcelona de la MSL. Nosotros podemos presumir, vamos a presumir de la VAL (Viera, Araujo, Livaja. Salvando, por supuesto, las diferencias, estamos en disposición de disfrutar mucho esta temporada. No cabe duda que en el fútbol no hay axioma seguro porque la campaña se puede dar bien, dependiendo de la propia capacidad del equipo, la influencia de las lesiones, el calendario, etc. etc. Este año el sorteo del calendario ha sido duro con la Unión Deportiva Las Palmas pues los dos últimos encuentros en casa serán frente al Atlético de Madrid y el F.C. Barcelona, equipos que probablemente necesitarán los puntos en litigio para sus fines.

Hablando de fines, de objetivos. Creo que el club plantea mal los objetivos, porque se habla de que el principal reto es conseguir la permanencia sin sobresaltos en las últimas jornadas. Pudimos observar el año pasado que una vez que el equipo tenía virtualmente conseguida la permanencia, experimentó un retroceso importante en su rendimiento. Cuando el objetivo es meramente la permanencia, conseguida ésta, se produce una relajación mental que trae consigo esa disminución de competitividad. Entiendo que el reto de este año ha de ser más ambicioso, sin que ello signifique arrogancia. No entra dentro de los parámetros competitivos aspirar a ocupar puestos de Champions, pero sí de Europa League. Luego se podrá llegar o no a esas cotas pero no hay que iniciar un campeonato siendo rácanos en ambiciones.

Otro factor importante a considerar es el aforo del Estadio Gran Canaria, situado ahora en 32.392, el décimo Estadio en aforo de los equipos que militan este año en Primera División. Los 16.586 abonados se convierte en una cifra que sin rubor podríamos calificar de ridícula. Parece poco probable que pasen por ventanilla, cada quince días, 5.500 personas para aforar 22.000 espectadores. Habría más de 12.000 butacas vacías. ¿Cómo se puede explicar que no haya habido una respuesta de la afición para alcanzar 25.000 / 30.000 abonados? Ocurre que la Liga de Fútbol Profesional no quiere estadios vacíos, ni semi-vacíos, así que penalizará a aquellos clubes que no cumplan con este plan. Otra incidencia de ver gradas vacías sería la postura que adoptaría el Cabildo para cerrar la elipse, remate de ls torres y otras dependencias. Todas estas circunstancias parecen avalar la tesis de muchos aficionados que se quejan por el precio desorbitado de los abonos. La consecuencia lógica para atraer aficionados que cubran el cemento vacío de los graderíos será llevar a cabo campañas de promoción. Mejor hubiese sido haber ajustar un poco los precios. Vale más 20.000 entradas a 100 que 10.000 a 200. El resultado económico es el mismo, pero el apoyo se multiplicaría por dos. La experiencia es una linterna, ya que la linterna alumbra hacia adelante, jamás alumbra hacia atrás…

 

 

 

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