He de confesar que he comentado en muchas ocasiones que me gustaba Quique Setién por su forma de entender el fútbol y porque destilaba elegancia y juicio en sus declaraciones. Llegó a Gran Canaria rescatado del paro. Era una apuesta arriesgada porque siempre había deambulado como entrenador en 2ª B y en 2ª A. Su caché personal se ha revalorizado gracias a su trayectoria en la Unión Deportiva Las Palmas. El equipo canario se adaptó a sus exigencias y jugó de maravillas, causando sensación en LaLiga y siendo alabado su juego, no solo en España, sino más allá de nuestras fronteras. Los futbolistas eran magníficos, el equipo enamoraba. El entrenador se declaraba feliz y satisfecho con la plantilla. De pronto, todo se derrumba. El equipo está en caída libre. De los últimos treinta puntos en disputa (10 encuentros) solo ha obtenido diez puntos: tres ante el Valencia, cuatro derrotas sucesivas ante Granada, Sevilla, Málaga y Real Sociedad, un punto ante el Real Madrid, tres puntos ante Osasuna, derrota ante Español, tres puntos ante Villarreal y derrota el pasado lunes en Balaídos. Desde que se destapó el «culebrón Setién» a propósito de su renovación o no, con acusaciones cruzadas desde el club y desde el banquillo, la situación del equipo ha ido degradándose. Me duele, como aficionado, que el nombre del club sea objeto de mofa en la prensa nacional. En esta guerra, el equipo debería salir indemne. Debería afectar esta guerra a sus protagonistas, que es el club y el inquilino del banquillo. Parecía que el anuncio de Quique Setién de romper las negociaciones de manera definitiva iba a calmar las aguas. De manera lamentable, todo ha ido a peor, en esta ocasión porque el propio entrenador ha ido atizando el fuego con más leña: «Iría a otro club cobrando menos de lo que me ofrece la Unión Deportiva». Esta frase supone un menosprecio al club que le sacó del INEM. O «los futbolistas deben aprender a competir de verdad en esta categoría». Los futbolistas que le encumbraron los coloca ahora en el fango. El respeto que tenía por el preparador cántabro se ha esfumado, se ha diluido porque ha entrado al trapo. Un refrán muy popular sentencia que «en boca cerrada no entran moscas» Quique Setién no ha cerrado su boca, no ha sido elegante con sus menosprecios, no ha dejado correr el tiempo y salir por la puerta grande como un caballero. Por eso, el titular de este comentario. Por el bien de la Unión Deportiva Las Palmas, Quique Setién «setienequeir».