En la temporada pasada, las visitas de la Unión Deportiva Las Palmas eran recibidas con respeto. En la actual campaña no infunde el más mínimo de los respetos. Es más, los rivales se frotan las manos porque saben que van a recibir a un equipo muy endeble, sin intensidad, con un juego plano por la excesiva horizontalidad en sus acciones y porque en el plano defensivo, las facilidades son continuas. ¿Por qué ha cambiado el juego del equipo amarillo de la noche a la mañana? Ha cambiado porque no ha habido voluntad de tratar de comprender lo que falla. Ausencia total de auto crítica. El entrenador manifiesta que no somos un equipo roto. Después de la decepción de Bilbao, se puede decir que si no miente, es que es incapaz de ver la realidad, y, que si miente, entonces es que ha perdido credibilidad. En ambos casos, el mensaje es un insulto. Vamos hacer un pequeño repaso del encuentro, cuando ha pasado el tiempo suficiente como para analizarlo sosegadamente. Quique Setién no transmite carácter desde la zona técnica. No gesticula, no da órdenes. Se limita a acercarse con educación al cuarto árbitro y a mostrar sus lamentos ante los fallos de sus pupilos con darse la vuelta y evidenciar su desilusión. Las consignas de los entrenamientos no aparecen por ningún lado. Cada uno va a lo suyo. Bueno, no es extraño porque hace un par de semanas el preparador cántabro manifestó que no se ensayan las jugadas de estrategia. Incomprensible decisión del técnico pues una jugada de estrategia entrenada puede suponer una victoria o, al menos un empate, en los partidos enredados. En el plano de los futbolistas, empezando por atrás, por la portería, el debate siempre está de actualidad. Raúl Lizoaín es siempre blanco de las iras de un sector de la afición. Pregunto, qué puede hacer un portero cuando los puntas no bajan a defender con celeridad, cuando el medio campo no contiene y cuando la defensa es un coladero por su lentitud. Observo un cierto endiosamiento en algunos jugadores, además de mucho cansancio, que se ha ido acumulando por el exceso de minutos disputados. Hay multitud de pases fallados de manera incomprensible, precisamente porque las piernas no ejecutan lo que la mente ordena. En algún momento precisamos de dos balones en el campo. Uno, para Halilovic y otro para el resto. El croata se empeña y se pierde en slaloms inútiles, tratando de sortear a uno, dos, tres, cuatro rivales y no se da cuenta que acabará perdiendo el cuero. Marko Livaja está confundiendo el terreno en el que juega. En lugar del rectángulo, en el que se juega al fútbol, lo ha transformado en un cuadrilátero, donde se disputa el boxeo. En serio, ¿cómo afronta este futbolistas cada disputa de un balón? Visto lo que hemos visto, desde el inicio del campeonato hasta la fecha, no entiende lo que es el fair play, el juego limpio. Parece disfrutar de la guerra, más que del juego. Porque el fútbol es, esencialmente un juego, en el que la nobleza debe estar por encima de la marrullería. En el encuentro ante el Real Betis, disputó los diecisiete últimos minutos. Fue amonestado y se jugó la expulsión por una posterior fea entrada a un rival. Dejo estas consideraciones ahí, en el aire, porque creo que deben ser objeto de estudio. El final del campeonato se aproxima, sin que podamos decir de que vamos a disfrutar de lo que queda del mismo. Solo el debut de algunos valores del filial daría un poco de esperanza a este triste final. Por cierto, ¿para qué fue convocado Erik Expósito?……