Parece el titular de un partido de balonmano, pero se trata, en realidad de datos del encuentro del pasado viernes entre el Athletic Club de Bilbao y la Unión Deportiva Las Palmas. Es el dato de las faltas señaladas por el juez de la contienda entre vascos y canarios. Recalco, una vez más, que son las faltas señaladas, no las cometidas, como indican los paneles de información de BeinLaLiga. Por primera vez en muchos años, la Unión Deportiva Las Palmas ha dejado de ejercer de «hermanitas de la Caridad» u ofrecer la otra mejilla cuando te han dado decenas de bofetadas. Esas veintinueve faltas delatan a un equipo intenso de principio a fin, intenso con máxima intensidad, valga la redundancia. Pero ese es el fútbol que hay que poner en práctica en las quince jornadas que quedan en disputa. Hay que trazar una línea de acción de juego rocoso, de detener continuamente el juego, tal y como nos han venido jugando los rivales. Hay que pagar con la misma medicina que los demás recetan. Tenemos un calendario muy comprometido, que obligará a dar el máximo. Si los partidos se encaran como el que se disputó en San Mamés, las posibilidades de eludir el descenso serán altas. Restan ocho encuentros en casa, Sevilla, Barça, Villarreal, Real Madrid, Real Sociedad, Alavés, Getafe y Gerona, intercalando estos encuentros con siete salidas, a Leganés, Celta, Deportivo, Levante, Betis, Español y Éibar. Hay partidos que son claves para la salvación. Los rivales directos, a los que le restamos puntos que nosotros sacamos.
De aquí en adelante lo que realmente importa es el resultado. El gambeteo, tazonazos, sombreros y demás virguerías quedan aparcados. Ahora solo vale la intensidad, la presión, la seguridad defensiva y buscar puerta. Estos son los ingredientes para salvar la categoría. A exprimir la cocktelera, pues.