Cualquier equipo en general, y la Unión Deportiva Las Palmas en particular, en el momento de acometer la composición de la plantilla, tiene o debe tener la habilidad suficiente y necesaria para conformar un plantel en el que los veteranos aporten ese grano de conocimientos adquiridos durante su dilata vida como futbolistas, y los jóvenes llenen de ilusión el grupo con la fuerza desbordante que mueve a la juventud. Este año, los rectores del club han inclinado por la veteranía. Hay dos futbolistas con 21 años; otros dos con 25 años; uno con 26; dos con 27; 2 con 28; uno con 29; dos con 30; uno con 33; dos con 34; dos con 36 y uno con 37. El promedio de edad es de 29,55 años. Si añadimos a cuatro futbolistas del filial, que han estado en la órbita del primer equipo, hace descender el promedio a 28,46. En este promedio no está incluido Gabi Peñalba, sin ficha hasta el mes de noviembre por lesión. A primera vista, hay una mayoría de jugadores veteranos, que en sí mismo no es algo malo. Sin embargo, esos 18, sí, ¡18! futbolistas fichados, más otro que parece que llegará, esos 18 futbolistas, repito, van a afrontar una competición muy larga, muy exigente, que comportará lesiones, que, en el caso de estos jugadores veteranos, supone un plazo de recuperación más largo. Sorprende que un club, cuyos dirigentes hablan de la cantera, ésta brille por su ausencia. No hay ningún jugador del filial en el primer equipo, pues parece que tanto Benito Ramírez como Eduardo Espiau saldrán cedidos en breves horas. Es grave este asunto de la cantera porque ya hace varios años que no accede y se asienten en el primer equipo valores del filial, a pesar de la gran campaña del equipo nodriza (que de hecho no es nodriza) en una espectacular segunda vuelta. Llegado a ese punto, no se entiende que Eduardo Espiau haya llegado al equipo formativo con casi 24 años. Es inconcebible que haya sido Juan Manuel Rodríguez quien haya descubierto a este futbolista. Pero ya se sabe, doctores tiene la Iglesia.